Cuento «Un país de mudos» por Felipe Fernández Sánchez

I

 

Tránsito de mudos por el asfaltado suelo de la megaciudad. Brazos agitados, miradas torvas. Ruido de zapatos pisando el pavimento, runrún de pies. Bocas abiertas intentan expeler su silente ira. Marcha silenciosa en la urbe tranquila.

No hay lugar para la toma del Palacio de Invierno.

Ya no se escuchan voces increpantes. Las sirenas de la policía quiebran la quietud, en algunos ojos se detecta miedo. Otros ojos destilan ira. Cerca de ellos, los más sensatos gesticulan pidiendo calma. La larga marcha silenciosa de los sin voz.

Extirpadas fueron las cuerdas vocales por manifestarse airadamente. Los organizadores exigen sosiego. (Sin voz protestan y en la televisión aparecen sus muecas, mientras una voz en off cuenta a su manera de qué van sus reivindicaciones, cuáles son sus quejas).

Y los comentarios de la buena gente, gente de orden. “Algo habrán hecho cuando les quitaron la voz. Lo que tienen que hacer es trabajar”. “Señora, piden trabajo”. “!¡Ah!, como no se les oye”. “Les quitaron la voz por pedir trabajo a voz en cuello”. “Claro, no me extraña, si es que son unos alborotadores”.

 

II

Ahora las manifestaciones son solo gestuales.

Puedes ver el fluir de la gente por las amplias avenidas al paso cansino de la masa en su discurrir y perdidos entre ellos una pancarta, una bandera, y el rumor de miles de brazos levantando los puños al aire o el centenar de manos pintadas de blanco levantadas al unísono.

Hay quién lleva en el ojal un lazo de color que es toda una simbología reivindicativa y se deduce que, dado el escaso número de colores, las reivindicaciones son pocas.

Los medios de comunicación que cubren la noticia destacan los momentos cruciales, y solo oímos por televisión el discurso del periodista delante de grandes grupos de gentes calladas.

La presencia de cámaras les hace a algunos querer destacar y se plantan delante haciendo muecas, adoctrinando con el índice y con gesto serio a los que, desde sus casas, le miran. Algunos parecen que van a soltar su discurso, pero siempre hay alguien que le tira del brazo o, llevándose un dedo a los labios, le reclama silencio.

Ahora, en las manifestaciones, se oye el rumor de los pasos o el aleteo de miles de brazos alzados.

Tengo miedo, tengo más miedo que antes.

Cuando el griterío me dañaba los oídos.

Y el silencio de los hombres en procesión puebla mis sueños de terribles pesadillas.

El infierno silencioso.

 

 

 

Semblanza:

Felipe Fernández Sánchez. Vine al mundo en Madrid mediado el siglo veinte, por azares del destino terminé trabajando en el mundo bibliotecario. Se me ocurrió lanzarme a Internet y han tenido a bien publicarme pequeños relatos en Sci-Fdi, Prosofagia, Planetas Prohibidos, Ariadna rc , Letralia Tierra de Letras, Palabras Diversas, Axxon. Además han salido poemas en las revistas Ariadna rc, Almiar margencero, Destiempos, Palabras Diversas, Letralia: Tierra de Letras, Viceversa Magazine, Alhucema, Nagari y el blog Sol negro. Colaboraciones en libros electrónicos: Una colaboración en Doble en las Rocas en conmemoración de los 19 años de Letralia Tierra de letras. (Sigüenza). El relato “El bibliotecario” para los veinte años de Letralia Tierra de letras.