Cuento «Quimera» por Loida Jesús

Sería el espectáculo más bello nunca antes visto. Los azules, las sonrisas, los colores, las ilusiones, el esplendor desbordaban por toso los rincones del escenario y, alrededor de este, las graderías se encontraban rebosantes de ansiosos espectadores, quienes ya estaban sorprendidos por la gran expectativa a la ejecución del novedoso acto tan anunciado.

Acababa de vestirse con un atuendo muy particular, propio del acto que iba a realizar. Su papel, pensaba, no era resaltante, pero sabía que era sustancial para el soporte del acto. La vestimenta elegida tenía que carecer de brillos y colores, ya que eso era lo apropiado para el común de las funciones que se realizaban, pero, esta vez, deseaba lucir diferente. Estaba un poco nerviosa. Le habían advertido que el maquillaje tenía que ser concordante con el traje designado, pero ella tenía ciertas diferencias al respecto y decidió resaltar, aconsejada por su juventud, con sombras briosas y celestes sus grandes ojos negros. Esta determinación ya realizada aumentó más tensión a su frágil temperamento pues en cualquier momento la autoridad máxima del acto, su tutor, la vería y, tal vez, se extrañaría y hasta se molestaría con ella. Pero luego recordó que estos actos llenaban de alegría a todos, que la magia de estos actos se impregnaba, misteriosamente, en cada una de las diversas y variadas personalidades y personajes presentes. Su ánimo se levantó tras recordar ello, su espíritu se encendió con el fuego de la ilusión que se desprendía de las infinitas risas contagiosas de los niños, y una bella sonrisa se formó en su rostro, sonrisa que por momentos parecía opacar, con su vigor, a sus delineados ojos negros pintados de celeste. Entonces, aquella fragilidad que la angustiaba empezó a desaparecer o tal vez a transformarse en calma y esa calma comenzó a alborotarse de emoción con la alegría. Empezó a ser parte de la esencia de esa atmósfera de ilusión, ilusión que le permitía ser, actuar, hacer los imposibles que no se le permitían. ¡Qué maravillosa era la dicha que plenamente la embargaba! Tras el aviso que le hizo el reloj, miró por última vez su reflejo y salió dispuesta a disfrutar de su ahora extraordinario actuación.

Las risas, risotadas, emociones y sentimientos estaban todos reunidos en ese lugar. El ambiente condensaba una serie de sensaciones placenteras, manifestadas en cada persona integrante del esperado acto. Ella estaba ubicada en la cima de su escenario y, aunque no veía nada por las luces apagadas, su mente reconocía cada risa y la dibujaba en aquella deslumbrante oscuridad. Todos los nervios y ansiedades que habían estado presente en los personajes ya eran parte del olvido. La confianza y seguridad en la rutina de la costumbrada práctica era plena. Estaban calmadamente extasiados y la oscuridad de los reflectores los mantenía suspendidos en una intensa y expectante alegría. El momento en que las luces se encenderían, en que el escenario brillaría por todos sus lados, en que el espectáculo se iniciaría, llegó inesperadamente para todos los espectadores. De pronto, las luces, simultáneamente, se encendieron. En medio de la ahora amarillenta neblina óptica una sola luz nívea se encendió y, por ella, se percibieron unos intensos ojos celestes amplificados en la encumbrada pantalla del escenario. “¿Qué clase de acto sería este que iba a realizar el chiquillo?”. “¿Qué estafa le ofrecería a este público necesitado de sueños?”. Incógnitas equívocas y respuestas claras. Él necesitaba estar allí mas no lo deseaba. Las artes mágicas de sus prestamistas lo mantenían en aquel circo que, aunque no llegaba a ser decadente, tampoco alcanzaba a presumir de gran prestigio. Medianidad: ese era su amuleto, su subsistencia, y estaba representado por un madero horizontal sujetada a dos sogas colgadas de un textil cielo negro. Sus cortos años primaverales se deshojaban cayendo en las redes de seguridad… diarias prácticas mortales. ¿Qué podrían matar el error? ¿A sus ideales? No, pero tal vez sí a sus pobres hermanas. Desplumado de sueños, un enano alistaba al pájaro su plástico disfraz dorado. Ese sería su acto: plástico sueño. La magia que le era ajeno estaba a punto de empezar y, en la breve víspera tenebrosa, se preguntaba por su cómplice timadora. Sintió recorrer por su espalda un escalofrío de inseguridad por ella, pero sabía que la confianza la infundiría él, solamente él. Así estaba designado. Tras prenderse unas cuantas luces, él abrió sus ojos al escenario. Radical silencio absoluto. Tras ubicar a la elegida, se dirigió hacia ella. “¿Quién eres tú?”. “¿Por qué hacia ti?”. “¿Por qué hacia mí?”. Cuatro brazos se sujetaron el uno al otro, cuatro ojos se encontraron desconcertados. Sus brillantes ojos negros sintieron la opaca luz de los de aquel joven bello. Él sonreía clavando sus celestes ojos en los de la sencilla joven. El astro dorado brillaba y la tenue luna lo reflejaba, pero… ¿quién era quién? Solo unos fugaces segundos fueron necesarios para inmortalizar el tan anunciado acto. Ambos espectadores, todo el público se conmovió ante el suceso. La muchacha y el muchacho eran dos convertidos en par. Cuando miró sus ojos sintió la magia, soñó; percibió sus ojos y la ilusión tambaleó y luego se afianzó. Ella pensó en lo vivido y él en lo que podía vivir. Un sueño, un breve paseo por las destellantes partículas, por los reflectantes átomos del espacio fue su recorrido. Él de cabeza y ella boca arriba parecía como si ambos deseaban alcanzarse. ¿Lo lograron? Nadie lo supo. No desearon compartirlo y ese fue su secreto. Suspendidos en el aire, a mitad del camino, el sueño de ella se hizo imperecedero. Volando en la nebulosa magia de luces, las brillantes estrellas de polvo le anunciaron su llegada al espejo del cielo. Y los dos se miraron a través del hallazgo de un sueño… terrenal y, al mismo tiempo, eterno.


Semblanza:

Loida Jesús (Lima, Perú, 1989) Estudié Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Colaboré con ilustraciones en los primeros números de la revista literaria Bosque de latidos en los años 2007 y 2008. Publiqué mis primeros poemas en la revista Lucerna  Nª 11 en el año 2018. Actualmente trabajo en un libro de relatos y un poemario.