Cuento «¿Quién es ese Phil Ochs?» por Luis Maguregui

Robinson sube a la tarima en la semi oscuridad, enciende los instrumentos y de inmediato como si tuviera prisa por hacerlo antes de que la iluminación se produzca, empieza a teclear la progresión lentamente, arrastrando cada acorde como si tuviera los dedos empapados en miel, repite varias veces el círculo hasta que Alex interviene modificándolo con los golpeteos espasmódicos del bajo; dos vueltas y David acaricia los tambores apenas audibles hacia el fondo del stage, luego la guitarra distorsionada de Jim parece como si cubriera todo, apareciendo al tiempo que se enciende una luz azulada. Leves aplausos entre la escasa concurrencia de los jueves. El grupo entero balanceándose en el círculo armónico de La mayor, más aplausos. Aparece Valeria con su eterno cabello negro dividido en dos partes idénticas, acaricia con sus manos el stand del micrófono y canta casi sin cantar:

 

“The days grow longer for smaller prizes I feel stranger to all surprises

You can have them I don’t want them I wear a different kind of garment

In my rehearsals for retirement…”

 

Lentamente el volumen va subiendo. Valeria cierra los ojos y marca el tiempo con su mano izquierda como dirigiendo a una orquesta imaginaria. Ahora Robinson y ella cantan juntos una armonía de dos partes; el volumen aumenta. Solo de guitarra, final abrupto seguido de un apagón. Aplausos entusiastas.

 

-All right! Raza, thank you so much, We’re Santa Fe Avenue Revisited, we hope you enjoy our show… we just did this tune by… well you know Phil Ochs, a guy who, by the way, was born here in El Paso, and… well, he wrote a lot of protest and social kind of songs in the old days… I mean in the sixties… All right, let’s Rock and Roll…

 

I keep forgetin´ you don’t love me no more”.

 

En la barra, Valeria exhala el humo del único cigarrillo de la noche, fuma menos desde que alguien le dijo que su voz bajaba de tono a causa de hacerlo en exceso, Robinson se le acerca con un vaso en la mano.

-¿qué onda?

-Cero

-¿sabes qué?

-¿Qué?

-No metas Whiter Shade of Pale ahora mi rey, porque me forzo mucho, al cabo que no hay mucha gente.

-Yeah, we don’t have a big crowd tonight

-thursday fever

-thursday shit.

 

 

-Charlie dice que tenemos que poner un repertorio más contemporáneo, que no podemos mantenernos con puros oldies.

-Charlie perdió el poco gusto musical que tenía allá en Vietnam

-anyway, hay que considerarlo, a la gente que viene aquí le gusta también oír otras cosas

-like what for instance?

-I don’t know… Steve Nicks, Bonnie Tyler may be…

-Madonna

-oh, come on…

-mira Valery, que el cabrón de Charlie no mame, nuestro repertorio es muy selecto y esa es la principal característica del grupo, en todo El Paso no hay nadie que toque a Bob Dylan o a Procol Harum; además hay mucha gente que le pasa un resto esa onda, lo que pasa es que este güey tiene que promocionar esto, hoy en día no se hace nada sin publicidad, que suelte unos billetes y pague unos spots en la Q y vamos a ver su no viene gente

-la beautiful people

-pues… la ex beautiful  people si tú quieres, puesto que todavía no se mueren

-todavía no nos morimos.

 

 

Robinson camina solo por el estacionamiento vacío en la madrugada, se siente presionado por Charlie que busca maneras para hacerle llegar el mensaje de actualizar el repertorio. Robinson parece ser el único de los Santa Fe que insiste en mantener la línea nostálgica. En los años sesenta sirvió en la base de Guantanamo, en donde no había mucho que hacer salvo trabajo de rutina y escuchar discos de Joan Baez, Bob Dylan, Pete Seeger, Jefferson Airplane, Gratefull Dead y por supuesto Phil Ochs. En el año de 1967 durante un viaje a Los Ángeles tuvo la oportunidad de escuchar a Phil Ochs actuar en el Troubadour. Esta experiencia marcó a Robinson para siempre, lo único que se sabe le causó una impresión mayor fue cuando leyó en el diario que Phil Ochs se había quitado la vida colgándose con su propio cinturón. Aprendió casi todas sus canciones, compró todos sus discos comerciales y piratas y cuando integró el Santa Fe Avenue Revisited convenció a todos de que la canción más adecuada para iniciar el show fuera “Rehearsals for Retirement” en un arreglo muy especial de él mismo.

 

Maneja su VW por La Mesa, abre la puerta de la casa con cuidado de no producir ningún ruido, entra en la habitación de los niños y después de besarlos recoge uno que otro juguete del suelo, se desnuda en la oscuridad de su recámara y se acuesta.

 

-¿Cenaste?

-Sí

-hueles a Riuniti.

-Cella.

 

 

Las tardes son todas iguales en el barrio desde hace mucho tiempo, los chiquillos morenos arman una gritería en un idioma que bien podía ser inglés o español pero que no es ni una cosa ni la otra, patinan en el parque sobre el skateboard imitando al Michel Fox de “Back to the Future” que ellos nunca lo serán; algunos cholos en la esquina ignoran que los “Honeydripers” son Robert Plant y sus amigos, la vecina de al lado escucha una y otra vez a Los Alegres de Terán y Robinson mira el barrio desde la ventana del segundo piso en el local de los Santa Fe. Las tardes son todas iguales en el barrio desde hace mucho tiempo, piensa Robinson. Acaricia las teclas del Roland y sólo él escucha los sonidos, cierra los ojos, balancea el cuerpo a los lados y sólo sale del trance cada vez que toma el cigarro y da fumadas cortas. Más noche en el club se comporta igual ante el piano, ahora sin audífonos, Jim ejecuta un solo larguísimo entre uno y otro verso de “Knockin’ on Heaven’s Door” y Charlie desde la barra menea la cabeza.

-the sixties are over man

-no chingües, Charlie

-¿qué te pasa, man? Eres un chicano -¿quién te crees que eres pues?

-No me creo nada, simplemente me gusta lo que hago

-podrías hacer mejor música si asumieras tu identidad latina, man

-hago la mejor música que puedo

-música del recuerdo.

 

Se amontonan en el VW y después de cruzar el puente de Isleta, toman la carretera hacia San Agustín. En la casa paterna Robisnon escucha las preocupaciones de la crisis y bebe Tecate. Camina sobre la arena y recuerda cuando en las tardes de febrero el cielo del pueblo estaba cubierto de papalotes, si no fuera por eso, también las tardes de San Agustín serían iguales.

 

“Farewell my own true love, farewell my fancy are you still owin’me love, though you failed me. But one last gesture for her pleasure

I’ll paint your memories on the monument In my rehearsals for retirement”

 

 

En el día el club de Charlie exhibe todos sus defectos; Los apagones del cigarro en la alfombra, lo raído de las cortinas, las paredes que piden a gritos una mano de pintura, en el stage, los Santa Fe Avenue Revisited se equivocan una y otra vez tratando de hacerle algunos cambios de ritmo a “For what it’s worth”, no se han dado cuenta que un hombre

los mira desde el extremo de la barra que da a la puerta de salida; tiene cerca de

cuarenta años, viste Levi’s, botas vaqueras, camisa azul y sombrero, se diría que afuera estacionó un camión de carga. Cuando los Santa Fe logran el final de la pieza sin cometer equivocaciones notables, el hombre aplaude y se les acerca:

-hey you guys, that’s a hell of a song!

-thank you (dice Valeria).

El extraño se acerca sonriente, los demás lo miran divertidos, luego adoptando una actitud seria les dice:

-I want to tell you something… I once had a drink with Abbie Hoffman, the F. B. I. Was behind him, The point is… that incident changed my life forever… we’ll, see you guys… todos se quedan callados, impresionados por el tono de voz del hombre, que hablaba como si un nudo en la garganta se lo impidiera. De pronto Robinson al darse cuenta que se ha ido, baja corriendo del stage y sale al exterior, busca en vano al vaquero, camina alargando los paso por la banqueta en una y otra dirección, la polvareda y el sol intenso le impiden abrir los ojos totalmente, después de veinte minutos decide regresar al ensayo.

No habla casi durante la cena, los niños discuten en inglés entre sí, su mujer lo mira inquisitivamente de vez en cuando pero no le dice nada, termina y se pone de pie, enciende un cigarro y sale a la calle, todavía sopla el viento fuerte, camina algunas cuadras hasta el local de los Santa Fe, sube las escaleras y antes de entrar permanece unos minutos en el balcón mirando el barrio. Entra al cuarto de ensayos ahora semi vacío por la ausencia de instrumentos, se detiene frente al cartel que anuncia la presentación de Phil Ochs en el Carnegie Hall, lo despega con dificultad mirando cómo se han pintado levemente las letras en la pared, enciende la luz y se da cuenta de que aunque el póster ya no está, aun se puede leer:

 

ARTHUR H. GORSON PRESENTS PHIL OCHS

CONCERT FIRST IN N.Y. AT CARNEGIE HALL 7TH & 57TH ST., N. Y. C.

FRIDAY, JANUARY 7TH, 1996 8:30 P.M.

TICKETS: $3.75  $2.50  $2.00

 

La concurrencia de los sábados es la mejor de todas, parece no haber ni un asiento vacío; en el pequeño cuarto que sirve de vestidor a los artistas, se escucha el murmullo del público, antes de salir a escena, Robinson les dice a sus compañeros que ha decidido no iniciar con “Rehearsals”, lo miran con extrañeza pero nadie dice nada acerca de ello.

 

-¿con cuál empezamos?

-No lo sé, tal vez “Give me Some Lovin”

-¿qué tal “Harlem Shuffle”?

Más tarde, mientras ejecutan “Small Circle of Friends” Robinson alcanza a ver en el extremo de la barra al extraño amigo de Abbie Hoffman viste las mismas ropas y no se quita el sombrero; El hombre escucha atento y al notar la mirada de Robinson levanta el tarro de cerveza, Robinson no le quita la vista de encima; lo hace hasta que acaban el set. Entonces mientras el público todavía aplaude, se dirige al extremo de la barra; el extraño habla:

 

-I want to buy you a beer

-okay I’ll have a Miller

Los dos se miran sin hablar, el vaquero con una media sonrisa de borracho, Robinson con cierto nerviosismo; como el extraño no dice nada, Robinson pregunta lo que ha estado guardando:

-In which way does your life change after Abbie Hoffman?

-I was in the Yippie in Chicago in 1967, that’s all I can tell, the sixties are over, an you’re a Chicano, you don’t have to carry this weight.

Robinson no comprende nada de lo que le dice el gringo; se empina la cerveza y antes de retirarse pregunta:

 

-one more question

-yes?

-have you ever heard of Phil Ochs?

-who’s Phil Ochs?

 

Robinson sube a la tarima antes que sus compañeros e inicia el conocido tecleo de “Rehearsals for Retirement”. En una mesa, Valeria y David se encogen de hombros, en dos minutos ya están todos bajo la luz azulada.

 

“The stage is tained whit empty voices” the lady’s painted they have no choices I take my colors from the stable

In my rehearsals for retirement…”

-All right raza! This was a song by… well what the heck… ¿quién es Phil Ochs…?

 

El extraño levanta el puño izquierdo desde la puerta, lo deja así hasta que Robinson hace lo mismo, luego se pone un saco azul de marinero, da media vuelta y se va. En el Charlie’s los Santa Fe Avenue Revisited le rinden culto a la nostalgia.