Cuento «Premonición» por Ulises del Ángel Ramírez Rodríguez

Como un Misil ella se adentró sobre la comunidad bohemia que allí se disuelve como la luz de una medianoche de neblina y ellos sin saber de su porvenir. Saborea las pláticas y permanece quieta ante la incertidumbre que la llevó al lugar. Agua celta que cavila para entrar en ambiente, poetas insensatos que muerden las faldas de la juventud instantánea.

Allister terminó jadeando y con la camisa empapada, era una cascada de sudor y lágrimas, sus venas estaban a punto de reventar; y su corazón, de explotar, termina exhausto pero no satisfecho y se frustra porque sentirse satisfecho es como haberlo concluido todo. Tiembla y se tambalea en esa búsqueda frenética de interrogantes sin salida, de sentimientos en la improvisación, aparece tan simple y natural pero a la vez derrama notas tan crudas,  desgarradoras, esa desesperación… por querer salir de la realidad y jamás volver, es transportado a un mundo que existe dentro de lo más profundo y misterioso de su inconsciente, de los rincones en los que frecuentemente se encuentra desahuciado, tirado en el cosmos sin más en la mente y con un ácido en acción. Juliette, perpleja ante tal salvajismo lo aborda al término del concierto en la salida trasera del club para interrogarlo aunque sabe que lo que vio la incita realmente a querer conocer al hombre y llevarlo a la cama, probar su existir en servicio del placer sexual y no de la música pero el hombre ignoró todo lo que a su alrededor posaba y se adentró en la neblina que acolchona la serena noche, tan densa que uno podría pensar que los faros que alumbran las calles son a la distancia pequeñas luciérnagas que vuelan sobre la metrópoli.

Empujó con la fuerza de una patada la puerta comida de óxido de su apartamento viejo. Se tiró en el sillón, el mismo en el que ha dejado derramar el jugo procreador, sangre de un pasado oscuro. Prende un cigarrillo y deja pasar el universo frente a sus ojos, el tiempo ya no es un problema, bebe whiskey junto al hombre, lo cachetea, lo azota mientras la muerte se burla. Terminó sobre las sábanas, perplejo, paralizado, descubriéndola como explorador que se ha adentrado en el limbo, a unos pasos el infierno y a unos kilómetros del cielo, se introduce lentamente en sus cavidades y existe con ella, ha besado su rostro, han intercambiado las aguas que fluyen en sus ríos y desembocan en la palabra; sus lenguas han mantenido un sexo ardiente dentro de los misterios de la obscuridad que se evidencia tras sus mejillas. Desea tocar sorprendido los pezones que permanecen en éxtasis bajo ese desasosiego de algodón que cubre y recorre su cuerpo, todo un lujo, toda una aventura tocar su piel azucarada y sentirse en las selvas brasileñas: se pierde dentro de las pasiones. Allister. Un solitario que se encuentra buscando la inmortalidad en la mortalidad, un hombre que encontró su esencia sin haberla buscado en esa intención violenta, desenfrenada, un ritual brusco…

Despertó y Juliette descansaba junto, en el mismo colchón y cubierta por las mismas sábanas que sepultan los restos de una noche tan intensa que se lo llevó todo. La improvisación llegaba a su final y el hombre se transportó de nuevo a la realidad que tanto desprecia, por momentos ve a Juliette en un pequeño rincón, teniendo un orgasmo a propósito de ese saxofón, atractiva, pero Allister mientras se revela contra sí mismo, arriba de ese escenario de tabla, no sabe que ella está esperando abordarlo al término del concierto, no sabe que el inconsciente también se revelará y será tan real como la carne. Un hombre resentido y sin sentido. Algunas veces parecerá que su forma de ejecutar el saxofón está llena de puras afirmaciones hechas meticulosamente en el filo de su pensar, otras solo parecerá que quiere darle algún sentido lógico aunque sepa que cada nota dice puras barbaridades.

 

 

Semblanza:

Ulises del Ángel Ramírez Rodríguez. Estudiante del último semestre de bachillerato en el Instituo Educativo Panamericano (IEP), cursando el área propedéutica de ciencias sociales y humanidades. Hijo de un sociólogo  y una pedagoga, inicia su interés por la filosofía y las letras a los 15 años a raíz de su inquietud por querer expresarse artísticamente.

 

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