Cuento «Mi sino» por Alberto Alejandro Alonso Guerrero

La sangre me ha parido y me ha hecho preso,

la sangre me reduce y me agiganta

Miguel Hernández, Sino sangriento.

 

 

Estas indicaciones están dirigidas para un acto que se llevará a cabo antes del suicidio.

Yo (la edad que tenga la persona que realizará el acto. Con reloj en mano).                      Animal (puede ser cualquier animal, sin embargo, de preferencia un perro o gato ya que son animales domésticos y son más fáciles de conseguir).

Sobre el resquicio de un edificio, a nada de lanzarme al vacío –esperando que sea la nada, pues si es ante el ojo y mano de Dios ¿cuál será la respuesta que Yo daré, debido a que he cometido una falta a sus mandatos?- de preferencia en la noche, pues así no concurre mucha gente –de esta manera facilitaré, volviendo a la idea de la nada y como nadie ha respondido a qué es la nada y creo que es eso, algo oscuro, me ayudará en demasía lo lóbrego de la noche; ¿o podría decir lúgubre noche? O ¿lúgubre lóbrega noche? Da igual, después de esto es mejor que lo haga en el horario que desee. Asimismo, la falta de gente le dará un toque romántico al asunto, pues nadie sabrá por qué lo he hecho, puedo gritarle a la misma noche y la luna se encontrará presente y como único testigo, pues tengo la esperanza que el animal que me acompañe muera, como Yo. No obstante, si hay gente, esta misma gente me recordará siempre, pues el sólo acto de ver a alguien morir es traumático, ¿pero por qué lo es? Creo, Yo, que la muerte es como un reflejo, un espejo de mi estado como ser finito, ¿pues para quién muere el que muere? Yo no muero para mí, sino para el otro, dado que yo no me sé muerto, en pocas palabras: la muerte nunca llegará para mí. ¿Entonces? Da igual, lo haré con o sin gente-. El animal estará debajo de mi axila.

YO (observando a la mascota): ¡Oh, tú, mi amigo! Mi amigo, tú que desconoces, tú que no sabes. Escúchame, compañero, ante esta mi salvación, quizá no lo sea, pero por el momento creo y siento, sobre todo siento, que lo es. Le llamo salvación a eso que no conoces, debido a que no vives, sólo agonizas. Yo que he sufrido todo (la mano que no sostiene al animal se dirige hacia la parte del corazón), absolutamente todo, no sé si puedo llamar a esto vida. (Dirigir la mirada al precipicio y, después, tragar saliva, de ser posible darle un toque dramático: cerrar los ojos –cinco segundos estará bien-, mover la cabeza de izquierda a derecha, volver a abrir los ojos y suspirar). Dime, tú, ¿quién me pidió permiso para nacer? ¿Quién de nosotros benditos o quién de nosotros desgraciados decidió estar aquí? Tú que sólo agonizas con el pasar del tiempo que no mides, yo que agonizo con el tiempo que cuento; para ti que sólo el despertar es presente y único día, para mí que el pasado es el único motor que me hace no querer despertar (suspirar), pues estoy enfermo de conciencia. ¿Gané o perdí el tiempo? (Grita) ¡Gané o perdí el tiempo! No lo sé, ya no quiero tener el tiempo suficiente para responderme esa pregunta… Creo que tú tampoco, creo que tú tampoco. ¿Por qué te palpita el corazón, amigo? ¿Qué significa eso? ¿Realmente significa algo? Yo que creí en todo, yo que fui un iluso ante el correr de la sangre, yo que… que hasta ese palpitar significaba algo, pero no, ya no es nada. El reloj marca las (menciona la hora que tenga en el reloj) ¿hora de vida, de muerte, de Dios? Si la hora tiene la posibilidad de ser, si el tiempo tiene la posibilidad de ser tiempo de mi cerrazón, ¿por qué yo nunca pude ser todo, sino mera posibilidad? Compañero de vida, y ahora te puedo llamar de muerte, es difícil emplear un verbo futuro cuando la muerte está presente, no te puedo decir “ahora te llamaré compañero de muerte”, pues cuando ésta llegue, si es que llega para nosotros, no sé si seguirás siendo… ¿Mueves la cola ante los verbos en gerundio? Qué gracioso, pues creo que el gerundio, ante el tiempo, es lo único que nos define: estoy siendo… Y para la gente, para Dios, para el tiempo, para todos, después de muerto… Seguiré siendo yo, un muerto.

Oscuro.

 

 

Semblanza:

Alberto Alejandro Alonso Guerrero (1992) es estudiante de séptimo semestre de la carrera de Lengua y Literatura de Hispanoamérica (UABC).