Cuento «Es Año del Perro para el perro» por Isabel Macías

Suena la radio: «El próximo año nuevo chino será el 5 de febrero del 2019 y es también conocido como la Fiesta de la Primavera. El Año Nuevo coincide con el inicio de la luna nueva, por eso la fecha varía cada año. En China se viene utilizando este calendario desde hace más de 4.700 años… La llegada del Año Nuevo es la mayor celebración en China, desde ya miles de…». Kim recibe una llamada de su padre que está en Estados Unidos.

—¿Cómo está el niño? —se escucha al otro lado del teléfono—.

—Está feliz de que ustedes vendrán pronto —Kim sonríe nerviosa enrollando su dedo en el cable del teléfono.

—Pensábamos ir en unos meses, pero mejor iremos en año nuevo.

—Está bien, gra… —Antes de agradecer a su padre por la llamada, él ya había colgado.

Kim cuelga el teléfono se dirige a la habitación de Dalai.

—Dalai, tus abuelos vendrán en febrero —le dice Kim a su hijo.

—Mamá, ¿por qué no vienen este año? ¡Este año es el Año del Perro! el Horóscopo Chino está conformado por 12 animales —Los enumera con sus dedos: rata, buey, tigre, conejo, dragón, serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, perro y cerdo.

—Así es mi cachorrito —Responde Kim.

Retira las almohadas; afloja las sábanas del lado izquierdo sosteniendo el cuerpo de Dalai hacia la barandilla derecha, lo voltea hacia el lado izquierdo y retira la sábana completa.

—¡A cada año se le asigna un animal! —Dalai está entusiasmado con la idea de tener un perro. Abre los ojos con efusividad mirando desesperadamente a Kim.

Kim acuesta a Dalai boca arriba. Coloca fundas nuevas en las almohadas y fija las sábanas por las esquinas.

—No, Dalai, no tendremos un perro.

—¿Por qué? Puede dormir en la cestita de ropa.

—No tendremos un perro y menos en el Año del Perro. ¿Sabes qué pasa afuera?

Kim recoge la ropa, la plastilina, los pinceles…

—Sí. La gente es feliz comprando perros —Dalai presiona débilmente una pelota de goma en su mano.

—No. La gente va al Festival de Carne de Perro, donde matan a muchos perros para comérselos.

Dalai mira a Kim dudando de esa respuesta.

—Según la tradición del horóscopo chino, las personas nacidas bajo el signo del perro son leales, honestas, valientes y se preocupan por el cuidado de los demás.

—Sí, pero tú naciste en el Año de la Rata —le dice Kim a su hijo; lo besa en la frente y él, con torpeza, intenta hacer lo mismo.

Kim sale y cierra la puerta de la habitación. Suena el timbre.

—Hola Kim, ¿cómo está el Jinmenken[1]?

—Wong por favor, no le digas así.

Wong entra a la casa va directo a la habitación de Dalai. Lo ve postrado en la cama y llega para animarlo. Dalai sufre de una enfermedad degenerativa desde hace cinco años. Wong lleva, en su maleta, plastilina para hacer las terapias y elásticos para los estiramientos musculares.

—¿Cómo vamos, Dalai? —Pregunta Wong mientras voltea a Dalai para mantenerlo sentado.

Dalai sonríe y sus pómulos se enrojecen.

—Hazme señas con los ojos o estrecha mi mano. ¡Eso es, muy bien! ¿Estamos felices hoy? ¡Te han cambiado las sábanas!

Wong sostiene las piernas de Dalai y empieza con los ejercicios de flexión y extensión. Kim los ve desde la puerta y sonríe tímidamente apretando sus dedos en los costados de su falda.

—Kim, Dalai se siente feliz hoy.

—Sí, lo está.

—Hoy Dalai puede quedarse solo en casa. Vamos a beber lichis en el Festival de Carne de Perro. ¡Anímate!

—No puedo ir; debo cuidar a mi hijo.

—Déjalo, no se irá a ningún lado.

Suena la radio: «…y así es, cada año se celebra en Yulín el festival gastronómico de carne de perro pese a la victoria de los ecologistas al lograr la prohibición de la venta de carne de perro durante el festival que se celebra cada 21 de junio en Yulin, pese a las sonadas protestas que cada año tienen lugar después de la celebración, este año ha vuelto a celebrarse».

Wong apaga la radio e intenta convencer a Kim.

—Anímate, vamos al Festival. Comer carne de perro mejora nuestra salud y recupera nuestro estado físico. ¡Tenemos que seguir esta tradición! Además, es delicioso y no se puede comparar con el cerdo o la ternera y es el único momento en el que podemos comer Boshintang[2]

Kim y Wong van directo al Festival de Carne de Perro, ella lo toma de la mano y camina nerviosa a su lado. Lejanos ladridos aparecen como sonido de fondo; Wong está contento. Hay perros que se exhiben en ganchos de carnicería. Perros que son descuartizados o pelados con agua caliente para luego ser asados. Perros expuestos con la cola tiesa, la piel dura y los colmillos salidos.

Wong pide un plato de carne de perro. La carne llegó a la mesa servida en una bandeja honda, en trozos pequeños y sumergidos en un caldo bien caliente. La textura de la carne es grasienta y gelatinosa. Le sirven medio vaso de licor de lichis que no puede faltar en cada estante. Se fija en cómo trocean lo que él se va a comer.

Kim pone atención a los letreros de los restaurantes en donde los activistas han tapado con pintura la palabra «perro». Un vendedor ofrece a Wong y a Kim su más reciente ‘manjar’, un perro tamaño mediano con pelo enredado y sucio que está a punto de ser sacrificado. Wong desvía su atención hacia una mujer que transporta en su ciclomotor más de 10 canes recién cocinados para venderlos más tarde en su tienda. Él deja de comer y la persigue.

Kim está de pie viendo al perro de pelo enredado. Siente una opresión en el pecho, sus manos sudan. El vendedor mete al perro en agua caliente, los gritos desgarradores del animal hacen que la gente se ría y celebren bebiendo licor y pellizcando trozos de carne. Kim se tapa los oídos y camina perdida por todos los estantes viendo hocicos abiertos en cada uno de ellos. Respira agitadamente. Solo quiere ir a casa a conversar con Dalai. Se aleja del Festival.

—¿Te puedo acompañar?

—¿Viajas solo?

—Sí, tengo frío.

—¡Ya no hurgues los desechos!

—Tengo hambre, y la gente me perturba. Veo colas tiesas y colmillos salidos por todos lados.

—¿Quieres venir a casa conmigo?

—Nadie quiere a alguien como yo.

—¡Vamos, estás en la miseria!

—¿Dónde duermes? ¿Tú también duermes en el suelo?

—Duermo en una cama de mi casa.

—¿Tú eres Dios? Dicen que las madres son Dios.

—Si tú quieres, lo puedo ser. Vamos a casa.

—Si eres Dios ¿por qué me has abandonado?

—Solo quiero que vengas a casa conmigo.

—Siempre he querido una casa.

—Vamos, está oscureciendo ya no hay gente en este sitio.

—Iré a tu casa, me quedaré con tu hijo.

— Tienes el pelo sucio; necesitas un baño.

—¿Quieres que te cuente un secreto, mujer?

—…

—Los perros no hablamos.


* El Jinmenken, que podría traducirse como «el perro con cara de humano», se asemeja a un perro de tamaño mediano, con pelo enredado o sucio.

[2] La más popular «sopa vigorizante» de carne de perro con diversos vegetales, sal y especias.