El sonido de las tiras del ventilador parecía rayo rebotando en mi cabeza, me levanté para apagarlo; di un par de vueltas en la cama hasta que logré quedarme dormida; justo en medio del sueño, escuché lo que nadie quiere a las dos veinticinco de la mañana; gritos de dolor desgarrador que parecían cientos acumulados en un cuarto pequeño; con el pulso acelerado y las piernas temblando, me levanté de nuevo, esta vez para asomarme por la ventana, luego de dos minutos pararon y comenzaron a ladrar todos los perros de la cuadra, tomé unas tijeras de la cocina y fui a buscar ayuda.
Cuando salí los perros ya habían dejado de ladrar, la noche se había quedado silenciosa, casi como un vacío; busqué la casa del vecino más cercano y aunque timbré varias veces nadie salió; como la puerta estaba abierta estuve a unos pasos de entrar, pero noté luz y movimiento en el parque a unas cuadras de distancia; llegué y vi a varios de mis vecinos en el suelo, con los órganos expuestos cubriéndoles hasta los pies; entré en pánico, me escondí en un árbol junto a los cuerpos y pude observar a más personas revolcándose y escupiendo espuma; sobre ellos caminaba una criatura blanca sin pelo, su cuerpo parecía pequeño pero al erguirse crecía el doble; escupía una baba que desbarataba las plantas, tenía ojos de espejo y reflejante luz, que al mirar de frente, semejaban huecos oscuros sin fondo; también dos cuernos afilados, tres lenguas largas, dientes que sobresalían de su boca y en las patas siete garras.
Corrí huyendo del parque, no vi atrás; el único momento en el que solté las tijeras fue cuando tomé las llaves y subí al carro. Al llegar a la estación de policía, tomaron mi declaración sin mucho entusiasmo, más tarde fueron a revisar el lugar. El informe oficial dice que alguien tomó a esas cinco familias; a dos las acuchillaron con tijeras de cocina y a las otras tres les dieron veneno para ratas; encontraron el arma homicida en la entrada de mi habitación, los cuerpos en el parque y en la casa de un vecino veneno y muestras de sangre de seis personas.
Sé que la bestia es real, sigo viéndola en los reflejos de los vidrios y merodeando por las barras de mi celda; a veces me mira fijamente, pero a veces, me habla y cuando abre su boca, el sonido es parecido al canto de las aves cuando mueren y a los gritos que escuché esa noche, que no he logrado callar.
Semblanza:
Daniela Guadalupe Villarreal Rubio, nace el 12 de diciembre en Tepic, Nayarit, México. Desde los seis años se muda con su familia a Mexicali, Baja California, México. Sus primeros poemas fueron hechos con crayolas a los 7 años; estudió Medios Audiovisuales en la Universidad Autónoma de Baja California. Ha colaborado en diversas revistas virtuales en Buenos Aires, Argentina, Del cangrejo a la sopa, Actualidad Artística. Publicó poesía en la revista impresa El perro # 19, Pachuca, Hidalgo, en la antología poética Poemas que serán árboles editorial Plan Veintiuno en Buenos Aires, Argentina. Publicó en la revista Autarquía # 5 el poema “El espejo de dos cabezas”, un Mini relato en la revista La sirena varada #6 que saldrá el 24 de abril de 2018. Fue becaria en el Festival de Arte Interfaz, Culiacán 2017, en Literatura.