Cuento «Día feriado» por Mayra Elizondo Cortés

Terminando la secundaria, Amelia tuvo que ponerse a trabajar para ayudar con los gastos de su casa, un pequeño cuarto a las orillas de la ciudad, en el que vivía con su madre y dos hermanos mayores. A pesar de vivir en el mismo sitio, casi nunca coincidían. Aun estando juntos no hablaban y si lo hacían, no se dirigían a ella ni ponían interés en su presencia. Era retraída y solitaria y a su paso por la escuela no logró hacer amigos. Fue un momento muy triste darse cuenta de que al dejar de estudiar, no conocería a otra profesora como la que tuvo en la materia de español y que le mostró la maravilla de poder leer libros que de verdad le gustaban y que pudo encontrar en la raquítica biblioteca de la delegación.

Una de sus tareas en el primer año fue ir a una feria de libros que se organizó cerca de la escuela. Conoció un mundo nuevo, y por primera vez pudo decidir ella sola qué libro comprar. El dinero que llevaba le alcanzó para una novela de Fernando Dorantes cuyo título, Yo en mi soledad, la atrapó de inmediato. La devoró en menos de una semana, su corazón dio vuelcos, lloró, sonrió, por momentos se sintió acompañada, comprendida y feliz.

A partir de entonces, al menos un día a la semana al salir del trabajo, acudía a la librería que quedaba de camino a su casa para ver los libros, leer sus títulos, disfrutar sus portadas; para acariciarlos y olerlos aun cuando no pudiera comprarlos. Sobre todo, se mantenía pendiente de los nuevos textos de Fernando Dorantes y para poder comprarlos comenzó a trabajar horas extra, le mintió a su madre acerca de la cantidad que le pagaban por ellas y recortó, con muchos trabajos aunque con gran ilusión, varios de sus gastos más necesarios. Logró en casi dos años, atesorar cinco de los libros de su admirado y amado escritor.

Amelia se sentía profundamente identificada con Fernando Dorantes, él entendía como lo hacía ella, el dolor de la soledad y lo que era no tener ni un solo amigo; conocía de la crueldad de las personas que se aprovechaban de la ingenuidad y de la amabilidad de otros. Él sabía también de la desesperanza, de no tener un rumbo definido, y ella se sentía como una maquinita que solo trabaja día tras día, pero que finalmente es invisible para todos, y da lo mismo si existe o no.

Por el anuncio pegado a la entrada de la librería que frecuentaba, Amelia se enteró emocionada, del día en el que el escritor Fernando Dorantes presentaría su nueva novela en la fastuosa feria de libros que se hacía anualmente en el centro de la ciudad. Se decidió de inmediato a aprovechar esa ocasión única para poder verlo. Las ideas comenzaron a dar vueltas en su cabeza. Debía elucubrar qué decir en el trabajo para justificar la falta y qué inventar en su casa para que no se dieran cuenta de que no habría ido a trabajar. También comenzó a pensar cómo se vestiría para el momento del encuentro. El día en el que Fernando estaría en la feria sería el más grandioso de su vida, al fin se verían cara a cara, conocería a quien estaba segura era su alma gemela en el mundo, quien con cada historia, párrafo y palabra, confirmaba lo que su delicado, depresivo y muy solitario corazón sentía a sus escasos pero ya muy sufridos, dieciséis años.

Los días transcurrieron y llegó la noche anterior al anhelado acontecimiento. Amelia estaba muy ansiosa y tan nerviosa que tenía náuseas. Acostada en su cama y en la oscuridad, abstrayéndose de escuchar la dificultada y desagradable respiración de su madre y hermanos dormidos, imaginaba el momento esperado de conocer al compañero secreto de los últimos dos años de su existencia. A pesar de su excitación, el cansancio de las más de doce horas trabajadas ese día, hizo que se rindiera al sueño. A la mañana siguiente, se levantó como de costumbre, se puso la mejor blusita que tenía y unos aretitos verdes de plástico que le hacían juego. Fingió que iba a trabajar, pero en lugar de ello, se dirigió al recinto majestuoso en el que se llevaba a cabo la feria de libros.

Después de algunas horas, vagando ansiosa entre miles de personas y cientos de textos y obras que ni con decenas de horas extra podría comprar, llegó el instante esperado, caminó hacia la sala indicada para el evento, entró en ella y se sentó en la primera fila. Fernando apareció y todo se iluminó para Amelia. Se veía mucho más guapo que en las fotos de sus portadas, vestía muy limpio y elegante, sonreía de una forma deslumbrante. La presentación comenzó. Al escuchar su voz, una desconocida sensación mezcla de éxtasis y mareo la invadió, aunque también evitó que comprendiera del todo la plática que se exponía. Además, él la veía a veces y ella sentía que con la mirada le decía que estaba feliz de tenerla ahí por fin, que conocerla, era una de las razones de estar en ese lugar.

Al término de la exposición, pidieron que los asistentes se formaran en línea para la firma de libros. Por más que Amelia se apresuró por ser la primera y empujó con su cuerpo a varios desconocidos, le tocó ser quinta o sexta en la formación. Al llegar frente a la mesa, sin voltear a verla, él le pidió su nombre y garabateó en la primera hoja del libro. Ella le iba a preguntar que en dónde lo debía esperar al final de las firmas, pero una voz le ordenó que se retirara de la mesa. Decidió esperarlo hasta que terminara el evento, pero estaba impaciente por leer la dedicatoria que acababa de escribirle. Se sentó en una silla en una esquina del salón desde donde aún podía observarlo entre la gente, sus manos temblaban, abrió el libro en la página inicial y leyó: “Para Camelia con cariño. Fernando D.”.

No era posible… Ahora sí, Amelia estaba segura de que se hallaba completamente sola en el mundo.

 

 

Semblanza:

Mayra Elizondo Cortés (México, D.F., 6 de diciembre  de 1968). Estudió la licenciatura en Matemáticas Aplicada y Computación y realizó estudios de posgrado en Investigación de Operaciones. En 2005 obtuvo el tercer lugar en el “Primer Concurso de Cuento de Ciencia Ficción de la Sociedad de Ingeniería Aeronáutica y Aeroespacial” de la UNAM. Actualmente, es profesora del Posgrado de Ingeniería de la UNAM y participa en talleres literarios y círculos de lectura.