Cuento «Alicia en una noche de maravillas» por Berenice Reyal

Alicia, no sé qué te ocurrió; desde que salimos del casino viste en la luna un gato sonriente. Quizá no recuerdas, pero jugaste a las cartas toda la noche y decías que te hablaban, pero eras tú la que hablaba con ellas, decías que te perseguían, que te harían un juicio y te llevarían ante una reina, que tu pintalabios rojo servía para pintar las rosas blancas del parque.

¡Ay, Alicia!, no creo que no recuerdes tampoco que con todo el dinero que ganaste con tus “cartas parlantes” comimos en el mejor restaurante que encontramos, aunque fuiste sumamente exigente al pedir conejo al horno, conejo blanco y gordo, dijiste y no estuviste contenta hasta que te llevaron a la cocina a verificar que el conejo fuese blanco y no de cualquier otro color, ni gris, ni negro; blanco tenía que ser y así te lo comiste entero. Me asustó tu obsesión por los conejos blancos y peludos. Eres rara, Alicia. Eres muy rara… más por ese empeño de ponerle al conejo ya muerto un reloj en la pata.

Apuesto a que tampoco recuerdas a la mesera gorda del restaurante, la que iba vestida de rojo. “Reina”, la llamabas y ella al principio reía aunque después se fue corriendo a la cocina cuando le pedías a gritos que no te matara. Me dijiste después que querías beber té, teniendo mil licores al frente, tú sólo querías beber té; beber té y comer conejo blanco, querías hacer tu fiesta de no cumpleaños.

Y un señor sentado a nuestro lado, el que usaba el sombrero de copa, te miraba con curiosidad y le pedías que te contara historias que no entendieras, que le hablaras en versos al revés, claro que él también se asustó y amenazó con llamar a la policía si seguías diciendo cosas, pero tu boca no paraba, Alicia, tú querías escucharlo y robarle su sombrero. Me atemoricé cuando te vi subir a la mesa y gritar que querías el sombrero del Sombrerero ¿de qué hablabas, Alicia? ¿Estás loca?

Para colmo, cuando te llevaba a tu casa vimos a un gusano feo y asqueroso y me pediste que no lo aplastara porque era un gusano sabio, no, que era una oruga sabia que vivía entre hongos y flores que cantaban la fiesta del jardín.

¿Recuerdas al gato que nos encontramos? Me dijiste que sonreía ¿Cuándo has visto sonreír a un gato? ¡Cuándo! Pues lo llevaste en brazos alegando que era el gato que sonreía en la luna, que era tu amigo y que te daba algo de miedo, pero lo querías llevar contigo como fuese. Al final lo dejaste abandonado con tu vecino, un tal señor Lewis al que no conozco, pero dicen que está loco, creen que es pedófilo y quién sabe qué tanto más. Pobre de tu gato, Alicia…

Ya cuando llegamos a tu casa me pedías que te levantara del suelo porque eras pequeña y podía aplastaste, luego me dijiste que te sacara de la casa porque no parabas de crecer. No te entiendo mi querida Alicia, creo que comer hongos de colores mientras jugabas con las cartas en el casino no te ayudó mucho, pero ya estamos en casa, Alicia. Ya puedes soñar en nuestro mundo de verdad o con tu mundo de maravillas, con cartas que hablan y orugas sabias.

Sueña, Alicia; mañana quizá recuerdes lo que pasó o lo meterás en un libro y verás todo como es en realidad.

 

 

Semblanza:

Berenice Reyal*  (1993), originaria de la ciudad de Toluca, licenciada en Comunicación. Ganadora del primer lugar en la categoría de cuento corto del Programa de Fomento a la Lectura de la Universidad Autónoma del Estado de México en 2014. Obtuvo el primer lugar en el Encuentro Nacional de Arte y Cultura 2014 Somos Universitarios con el cuento “Los actores” publicado en la revista Cartelera Digital; así como el segundo lugar nacional en el mismo evento con el cuento “La conquista”. En 2015 obtuvo el primer lugar nacional en la categoría de producción literaria con su cuento “La miseria” durante el Segundo Encuentro Nacional de Arte y Cultura llevado a cabo en la Universidad Autónoma de Querétaro.