Cuanto antes mejor

Mientras avanza sobre su tercera década, el siglo nos reta a superar los intentos fallidos de la modernidad o morir en el intento, como sociedades y como individuos. El desafío exige aprender y desarrollar nuevas prácticas, discutir ciertos temas y conocer puntos de vista diferentes del nuestro, en busca de acuerdos. Se han dado pasos importantes en ese sentido.

En septiembre de 2015, tras dos años de consultas públicas, diálogos con la sociedad civil y acuerdos entre los países que la forman, la ONU adoptó la Agenda 2030. Este plan de acción incluye entre sus 17 objetivos aspectos sociales (acabar con la pobreza y el hambre, educación de calidad, salud y bienestar), económicos (trabajo decente y crecimiento, acabar con desigualdades) y ambientales (ciudades sostenibles, agua limpia, energías no contaminantes, acciones por el clima y otros) interrelacionados. (https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/2015/09/la-asamblea-general-adopta-la-agenda-2030-para-el-desarrollo-sostenible/)

Dos años antes, el Banco Mundial propuso a sus más de 30 socios que en 2020 hubiera en ellos acceso universal a los servicios financieros; se comprometieron a que mil millones de personas tuvieran una cuenta financiera y la posibilidad de adquirir los conocimientos necesarios para obtener los mayores beneficios. Se destacó la importancia de la educación financiera. (https://www.bancomundial.org/es/news/feature/2017/08/02/redesigning-financial-education-to-engage-audiences-is-delivering-results)

En este tema, la OCDE publicó en julio de 2005 las Recomendación sobre los Principios y Buenas Prácticas de Educación y Concienciación Financiera, en el que se considera a la educación financiera un proceso permanente y las buenas prácticas se refieren a la acción pública y el papel de las instituciones financieras, los ahorros de jubilación y los programas educativos. (https://www.oecd.org/daf/fin/financial-education/%5BES%5D%20Recomendaci%C3%B3n%20Principios%20de%20Educaci%C3%B3n%20Financiera%202005.pdf)

Se puede estar de acuerdo o no con los planteamientos mencionados, pero no se puede negar la importancia de los asuntos que involucran, los cuales casi nunca forman parte de los conocimientos tradicionales. Aunque el planteamiento de la ONU subraya la interacción entre los diferentes objetivos, la toma de decisiones en cada país termina por fragmentar el conocimiento, convertido en arma o despreciado para la lucha política.

Los ejemplos del CIDE y del Conacyt indican que en el nuestro se está perdiendo el poco o mucho aprecio por los estudios, las ciencias y su enseñanza por parte del poder, que tampoco ha mostrado cercanía con las organizaciones no gubernamentales. Valiosos esfuerzos de académicos y de la sociedad civil absurdamente socavados con el pretexto oficial de combatir la corrupción, mientras los verdaderos delincuentes reciben abrazos por un supuesto buen comportamiento: gran transformación.

Más allá de la polarización social promovida cada mañana, el desmantelamiento de los mecanismos de sostenimiento deteriora las condiciones materiales de trabajo de las ONG, centros de estudio y programas de investigación. Esto reduce las capacidades de nuestra sociedad para responder adecuadamente a necesidades desatendidas por el gobierno, porque no le corresponde o no quiere hacerlo, en detrimento del desarrollo social. Considerada traición a la patria por quien debía protegerla, la escasa participación de las ONG en asuntos públicos enfrenta en el país el acoso y el abuso autoritarios, que junto con la intolerancia y la ineficiencia están matando las esperanzas de quienes votaron por un cambio del que quieren formar parte.

En un intento por ampliar su base tributaria, el gobierno diseñó el Régimen Simplificado de Confianza para personas físicas y personas morales, que reduce las contribuciones y entró en vigor desde el primer día del año actual. Asimismo, propone obligar a todos a inscribirse en el Registro Federal de Contribuyentes al alcanzar la mayoría de edad, como una medida para difundir la cultura tributaria y abatir la informalidad económica.

La discusión del asunto en los medios ha cuestionado la utilidad de la medida; muchos jóvenes tienen actividades económicas, pero informales. Otros no trabajan hasta terminar sus estudios o poco antes, en el mercado laboral formal, como profesionistas o empleados especializados. La mayoría pertenecen a las clases medias, vistas desde Palacio Nacional como ambiciosas y egoístas porque en las más recientes elecciones para alcaldes en Ciudad de México no votaron por Morena.

Aunque las autoridades reportan un crecimiento importante en la recaudación en los años recientes, uno de los problemas históricos de México consiste en la pobreza de su recaudación fiscal en proporción con el PIB, la más baja entre los miembros de la OCDE y una de las más raquíticas en Latinoamérica. (https://www.eleconomista.com.mx/economia/Mexico-ocupa-ultimo-lugar-de-recaudacion-en-paises-de-la-OCDE-20210729-0001.html

Todos arrastramos cuentas pendientes en el balance de obligaciones y derechos: evadidas unas y violados otros, tenemos deberes que cumplir y facultades ciudadanas por ejercer. En el proceso, el gobierno asume que debe instruir a la ciudadanía y según sus criterios lo cumple; en contraparte, la sociedad busca educar a las autoridades mediante el diálogo constructivo.

La clave del futuro parece cifrarse en la capacidad para aprender cosas nuevas. Manejar las finanzas familiares o la basura doméstica, cuidar el agua y consumir responsablemente; tolerar diferencias y respetar las leyes. Cuanto antes mejor.