Cómo ganar un premio literario

Un escritor es una persona que ha conseguido prestigiar su marca como autor. Y una editorial es una empresa que ha conseguido prestigiar su marca como productora de textos. Para el autor es complicado prestigiar su marca. Para la editorial, también. El autor necesita premios literarios y buenas críticas. La editorial, autores que hayan conseguido prestigiar su marca. 

Otra forma de prestigiar la marca —quizá la más visible— es vendiendo mucho. Si vendes bien, puedes permitirte el lujo de escribir mal. Pero para vender bien necesitas el apoyo de una editorial grande, y eso ya es una lotería. La editorial debe elegir, y elige. Supongo que los escritores que venden mucho se lo creen. Eso está bien, la fe que no falte.

Escribí La postura imperfecta en 2003. De eso hace diecinueve años. En aquellos tiempos tenía otro título. El país de las lagunas. La envié a una editorial. Y la rechazaron. Ocho meses. La envié a otra editorial. La rechazaron. Otros ocho meses o algo así. La presenté a un premio. Otro año. La novela se me iba quedando anticuada, y después de la crisis la actualicé. Por eso se desarrolla en 2007.

Seguí enviándola a editoriales. También a algunos premios. Incluso la presenté al Herralde. Incluso tuvo otro título. El tardío fruto de los años estériles. Este título era realmente malo. A veces haces cosas inexplicables. Aunque los años seguían pasando, la historia ya estaba anclada en 2007. Y ahí se quedaría definitivamente por motivos argumentales.

Cómo ganar un premio literario. Por supuesto, hay que presentarse. Luego, esperar a que no esté comprometido. Luego, tener la suerte de que se fijen en tu trabajo. A un premio literario con dotación económica se suelen presentar más de trescientas obras. Que se fijen en la tuya es algo que puede ocurrir en cualquier momento o no ocurrir nunca.

He ganado tres premios. Dos de novela y uno de relato. Los tres estaban dotados económicamente. Tres premios en más de veinte años de carrera literaria. No sé a cuántos me he presentado. Pongamos uno por año. Eso hace una veintena. Sé que la media no está mal, pero aquí se acaba porque ya no me voy a presentar a ninguno más. Ya lo había decidido antes de ganar este Martín Fierro de Denuncia Social. 

Es anecdótico que haya ganado mi último premio. Me presenté sabiendo que era el último y mira, ya está a la venta. Esto último lo digo por si alguien quiere comprarlo. Yo acabo de terminarlo, y me ha gustado. Después de tantos años leyéndolo en manuscrito, por fin he podido leerlo bien vestido, qué maravilla de edición, Distrito 93 le ha dado a La postura imperfecta el traje con el que tantas noches soñó.

El viaje ha sido largo. Diecinueve años. Y aún tengo otra obra más antigua. Que, al igual que La postura imperfecta, espera su momento. Escribir, escribir, y esperar y esperar. No sé si he conseguido prestigiar mi marca. La verdad, a estas alturas ya me aburre ese asunto. Seguiré escribiendo, pero sin mirar más allá de la página, seguiré volando, pero en vuelo raso, rozando mi suelo, rozando mi cielo.