Aventuras de un crítico sin apuros es un libro testimonial que se lee con facilidad, consigue Peiró llegar al lector con un lenguaje llano, acierta el autor con el tono, acierta el autor al soslayar alardes y artificiosidades.
«De esta forma, vemos a escritores de ficción ejerciendo la crítica. Y eso supone que no exista una neutralidad necesaria. El escritor de ficción tiene una línea y unos gustos que suele manifestar cuando ejerce la crítica y su escritura se desplaza hacia el terreno de la palabra cuidada. Es lógico: su abordaje tiene unos condicionantes, a veces incluso personales por simpatía o pertenencia a grupos estéticos».
El libro tiene la extensión idónea, nada le falta, nada le sobra, y tiene también múltiples facetas, hay crítica ―teatral y literaria―, se cuentan anécdotas y paradojas, se reflexiona, se opina.
«Otra cuestión candente es el intercambio de favores en jurados: “Yo te pongo aquí a cambio de que me pongas allá”, “Yo te doy un premio aquí a cambio de que tú me lo des acá”. Eso ha pasado más de lo tolerable».
Lo confesional siempre interesa, sobre todo cuando lo cuenta alguien que tiene tanto que decir, el lector encontrará en este libro verdades que incomodan, y seguro que muchos preferirán no creerlas.
«Propongo una idea a los directores de suplementos culturales: incluir todas la semanas una reseña de un libro agotado o imposible de conseguir salvo pedido de librería a editorial. Igual sirve para vender algunos ejemplares a punto de subastarse a precio de saldo a librerías de lance o ser destinados al reciclaje de papel para ahorrar costes».
Preferirán no creerlas y tal vez lo consigan, la verdad escuece, desorienta, qué me está diciendo este hombre, con lo feliz que era yo en mi zona de confort, déjeme seguir en mi cómoda mentira, haga el favor.
«Hubo un tiempo en que el crítico era leído. Hay un tiempo en que el crítico ni es leído. ¿Qué ha pasado? Pues que vamos de la mano de esta sociedad: nadie compra un periódico y se desconfía de los mensajes emanados de una autoridad en una materia, que han sido sustituidos por la propaganda, las redes sociales y las barbaridades de un demagogo».
José Vicente Peiró hurga en un mundillo ―el del arte y la cultura― que sufre su peor crisis, el teatro no está de moda, tampoco la lectura, todo ―salvo la corrupción― se desmorona en este mundillo cada vez más inculto.
«Como escribió en El Cultural Ignacio Echevarría, “No es cierto que el crítico ya no desempeñe papel alguno. Lo que ocurre es que ya no puede seguir desempeñando su viejo papel”».
Aventuras de un crítico sin apuros tiene mucha miga, tiene también un no sé qué esperanzador ―«El crítico es un presente con valor de futuro»― y tiene, sobre todo, el sabor de lo genuino.