Foto: prensa-latina.cu
Durante la primera semana del año estuvimos en vilo por la cuestión del “gasolinazo” y de sus repercusiones sociales; marchas en contra del aumento al precio de la gasolina, bloqueos de gasolineras, bloqueos de autopistas y puntos importantes viales hasta llegar a la violencia y los saqueos.
Estas últimas repercusiones hicieron que muchos cayéramos en pánico. Las falsas noticias y la información exacerbada empeoraban las cosas, y si a esto añadimos el hecho de que muchos autoservicios y tiendas departamentales cerraron y se atrincheraron por el miedo a ser saqueadas no hicieron más que aumentar la histeria colectiva.
En lo personal yo no estoy en contra de las marchas y todo acto de protesta, siempre y cuando estos actos sean justos y que no dañen a la misma sociedad. Es por esta misma razón que no puedo estar a favor de los saqueos. La razón es simple, a quienes dañamos con los saqueos es a la misma población. Hay una frase que he leído reiteradamente en las redes sociales, y ésta versa de la siguiente manera: “Cuando el pueblo saquea le llaman hurto, cuando los políticos saquean le llaman reformas”.
En pocas palabras, así en la política como en el pueblo. Si el político te roba ¿por qué enfadarse con que el pueblo haga lo mismo? Una verdadera contradicción. Caemos en el absurdo si pensamos que el saquear autoservicios sólo afectará al gobierno y no al pueblo.
Vamos a ponernos a pensar: si se saquea un autoservicio, este negocio va a poner a trabajar a sus aseguradoras para pagar lo perdido. El dueño no pierde ni un centavo.
Pero podrá cerrar su autoservicio alegando que está en bancarrota o que la seguridad de su negocio está comprometida por esa zona de riesgo, por lo que podrá retirarse sin ningún problema. Sin embargo dejaría una gran cantidad de desempleados. Desde gerentes hasta personal de limpieza y de seguridad se encontrarán sin empleo ¿tenemos que contar cuántas personas laboran en un autoservicio? Pero la gasolina seguirá igual. ¿El saqueo sirvió como lucha?
Ahora, en la hipótesis de que los saqueos fueron iniciados por grupos de choque del gobierno es algo en lo que no me voy a meter. Aquí lo que tenemos que ver es que las personas que al final estuvieron involucradas fueron habitantes de vecindades, un grupo inició pero la comunidad fue partícipe de esos saqueos. Podemos observar vídeos o fotografías de los hechos, ahí veremos hombres, mujeres ¡Y NIÑOS!, involucrados en los saqueos.
Los políticos tienen en el piso al pueblo pero es el mismo pueblo el que cava su tumba. ¿Con qué cara se puede reclamar el yugo que el gobierno le impone al pueblo cuando el propio pueblo subyuga a los suyos? Así en la política como en el pueblo. Exigimos justicia cuando el pueblo actúa en contra de sí mismo con gran injusticia.
¿A cuántas personas no molestó el discurso del presidente donde puntualizó que la corrupción es parte de la cultura del mexicano? Enfado pero al mismo tiempo acertó. El pueblo ve cómo el político hurta, éste le reclama al político pero en medio de su reclamo también hurta alegando que “si él lo hace también yo puedo”. El mal del pueblo es el mismo pueblo.
Los actos de saqueo no son actos de lucha social, es robo. El saqueo practicado no fue para el beneficio de la sociedad, fue buscando el beneficio personal de quien lo robó. El saqueo perjudicó a los trabajadores de esos autoservicios afectados. ¿Dónde está el daño al gobierno? Nos hemos lacerado nosotros mismos.
¡Protestemos por las injusticias! ¡Protestemos contra toda la clase política, corrupta, mexicana! ¡Luchemos por un verdadero cambio! Pero ante todo, hagamos todo esto sin dañar a nuestros hermanos mexicanos; no dañemos al padre o madre de familia que sólo busca el sustento para su familia. ¡Luchemos y luchemos pensando en lo que hacemos! No nos prestemos al desenfreno.