La sala estaba completamente vacía. Pasaban de las 10 de la noche y la película estaba por empezar. Era marzo o abril de 2016, no recuerdo bien a bien. En las otras salas del complejo ofrecían Batman vs Superman en español y subtitulada.
Se imaginarán la cantidad de personas esperando entrar a ver el desastroso estreno de la cinta dirigida por Zack Snyder. Por supuesto, también era uno de ellos, pero era demasiada gente y nunca me he caracterizado por ser sociable, esperar o tolerar a otros seres humanos, pero ya estaba ahí. Decidí buscar una opción diferente y la encontré. Compré un boleto para La Bruja, del director Robert Eggers (The Witch para quienes odien las traducciones o The VVitch para los cinéfilos), no comentaré nada más sobre la cinta, excepto mi muy amplia recomendación a verla si no han tenido la oportunidad.
A unos 15 minutos de iniciada la proyección, una pareja entró a la sala y se sentó a unas 8 o 10 filas de mi asiento. No les presté mayor atención, era más importante disfrutar la cinta, gozar la ambientación, sentir el miedo de la mentira y el placer de la verdad. Fueron poco más de 90 minutos de intriga en torno a Black Phillip.
Justo unos 10 minutos antes del asombroso desenlace, la pareja se puso de pie y salió. Nuevamente estuve solo en la sala y experimenté toda clase de sensaciones, dudas y miedos.
Con estos recuerdos encuentro símiles ahora con esto llamado vida: estás solo, ocasionalmente habrá personas que te acompañarán un momento sin mayor interés que el suyo propio y luego se irán dejándote asumir la responsabilidad, la elección, la definición. Y la cinta puede ser entretenida, interesante o desastrosa, no importa; ellos, los otros seres humanos, abandonarán la sala justo antes del término de la función.
Decisiones y consecuencias…
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Tengo un problema y requiero ayuda. En realidad son muchos pero uno en especial me causa severos conflictos.
Disfruto escribir, ignoro si lo hago bien o mal, pero lo disfruto a lo indecible. Entre mis pertenencias materiales más preciadas hay varios cuadernos con ideas, recordatorios y descripciones generales a propósito de experiencias y sueños; estos últimos van desde una aventura bajo tierra hasta una invasión extraterrestre, pasando por una miríada de situaciones divertidas, ajenas, premonitorias y demás.
Imaginarán. La pluma es ridícula, seria, pasional, molesta…
El punto es ese y el clamor es por ello: ya no los recuerdo.
Tengo la certeza y no lo dudo. Cada vez había una historia, una aventura o un acercamiento pero hoy, desde hace algunas semanas, meses tal vez, no hay memoria y eso me crea un conflicto.
¿Cómo puedo imaginar sin sueños?, ¿cómo podría concretar algo sin el mayor estímulo?, ¿cómo sucedió?
Creo que empezó hace unas 10 semanas, en el mes de las lunas más hermosas -dicen-. Fue una llamada, un correo, una nota de agradecimiento y una sorpresa. Para el caso los detalles sobran. La desmemoria empezó con interacciones, comentarios y pretextos.
Luego llegaron las citas nocturnas, los desvelos, las prodigiosas casualidades atrapadas en torno al Invierno de Las Cuatro Estaciones y otras, muchas más.
Desde los primeros encuentros la honestidad fue y es fundamental. Las cosas son así. Voz hermosa y enormes ojos enmarcando un alma vieja en corazón infantil. Estamos ahí cada vez, al despertar o al dormir porque no importa la hora, siempre responderemos a la llamada de la atadura, de nuestro hilo verdepistacho del destino.
Ahora lo entiendo. Empecé a olvidar cuando te conocí.
Entonces es real.
Decisiones y consecuencias.
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Este es el apunte previo al último día de un año francamente desastroso en muchos sentidos.
Ha sido difícil evitar el contacto. Algunos nos hemos acostumbrado y a una detestable mayoría no le interesa porque “no existe”, porque “es un invento”, porque “Dios me cuida”.
Lo más doloroso es ver cada día un pueblo separado, una Nación polarizada a favor o en contra de un sujeto que se ríe, burla y genera enconos, animadversiones y pleitos.
2020 es desde ya un año histórico para este país por los records rotos, por los cuerpos rotos, por las esperanzas rotas. Por la cantidad de sangre usada para disfrazar el olor de las otras sangres, las que no se cuentan, las que se eluden a conveniencia, las que se ocultan porque el interés de la mayoría es ajeno al del grupo.
A estas alturas y pese al evidente pesimismo en las anteriores líneas, recordemos que todo este asunto de la vida es cuestión de decisiones y consecuencias. Aprendamos a enfrentarlas, acostumbrémonos a caminar juntos porque a final de cuentas la travesía es menos difícil si nos damos la oportunidad de acompañarnos.
Gracias por leerme. Ustedes, amables lectores, son lo máximo. Nos encontraremos en 2021 y mientras tanto tengan bien presente que no importa cuándo lean esto, les deseo una gran vida… les deseo un hermoso y maravilloso octubre.
Twitter: @aldoalejandro