Academia Europa (Luis Leante)

En Academia Europa reconozco al Leante de hoy, dicen los entendidos que el auténtico escritor escribe siempre la misma novela cambiando, eso sí, la perspectiva, y Luis no es una excepción.

«Me pareció que la firmeza de su voz se quebraba en las últimas palabras. Luego la vi arrastrar su figura de viuda por el pasillo central de la iglesia, y los bancos me parecieron enormes tumbas con sus lápidas que le abrían el camino para indicarle la salida. La vi alejarse a contraluz por la puerta principal, y no volvimos a saber nada de ella».

La reedición de un libro olvidado es todo un acontecimiento para el autor y también debería serlo para los lectores de ese autor, pues les brinda la posibilidad de ampliar el mapa de su obra. 

«Todavía no he olvidado la primera vez que pisé la Academia Europa. Recuerdos como ese me acompañarán siempre mientras mi cabeza mantenga un mínimo de lucidez. Tengo tan presente aquella extraña sensación que casi puedo vivir de nuevo el encogimiento y el desánimo que sentí al cruzar la puerta del edificio destartalado».

Luis Leante se vierte en una historia que es su historia y no lo es, más que contarnos, nos destapa el tarro de sus esencias, nos desnuda ―capa a capa― lo que fue, no importa lo que ocurrió, importa lo que sintió 

«Me miró como si acabara de verme por primera vez. Yo aproveché para fijarme con más atención en ella. No era tan mayor como me había parecido al principio, pero el luto y el bastón la avejentaban».

La prosa es precisa, directa, sugerente. El ritmo, frenético. No hay pausa en esta Academia surrealista, se podría pensar en un sueño que a veces es pesadilla, se podría pensar en un delirio, se podría pensar que el mito se ha hecho realidad.

«La mujer levantó el bastón hasta la altura de su cara y se acarició el mentón como si estuviera tratando de reconocerme. El mango del bastón brillo con la escasa luz de la bombilla del rellano. Era una cabeza de jaguar plateada».

Quiero pensar que lo que acabo de leer sucedió de alguna manera en alguna dimensión. Es lo que tienen las buenas historias, los personajes cobran vida y quién sabe qué pasa después.

«El hombre se detuvo. Parecía azorado. Se volvió, sin levantar la cabeza, y a pesar de todo vi sus cejas pobladas. No necesitaba ver más para saber que sus ojos eran azules. No cabía duda de que él era el Polifemo de mis pesadillas».

Luis Leante fusiona su técnica con un nosequé salvaje, es un pirata atento que te sube a su bergantín con el único fin de mostrarte su mundo, y en Academia Europa desata a sus mejores demonios para ofrecernos una novela rotunda.