Tú en contacto con la muerte

¿Acaso vuelve alguien,

acaso alguien regresa

de la región de los descarnados?

[Canto de Axayácatl]

Eventos internacionales han despertado en Tú la curiosidad sobre la muerte. Ha caído en el cliché de tratar de abarcar todas las aproximaciones posibles con el más allá. Leyó desde Nezahualcóyotl hasta Carlos Trejo –no se le exija demasiado a Tú, es un ser tan decadente que ya es bastante pedir que tome un libro entre sus manos–, pero nada le brindó la solución esperada: no hay manera, al menos no comprobada, de lograr escapar para siempre de la finitud del ser.

Y así como usted, a mí también me pareció ilógica la nueva faceta de Tú. ¿Preocupado por la vida? Pero si apenas se le puede llamar “vivir” al estado en que habita. Además, suponer que continúa eternamente en este mundo, ¿qué hará?, ¿huir de M., el país del que aunque reniega, lo mantiene atraído a su centro como si de imantaciones se tratara? Imposible.

Pero Tú, como era de esperarse, no entiende más razones que las ideas absurdas que andan flotando en su cabeza. Comienza a practicar la meditación y al poco tiempo sus ojos son dos fragmentos de luz en busca de respuestas, mismos que se apagan en el momento en que concibe nuevamente su mortandad.

Quise preguntar a Tú si aquellos pensamientos tenían qué ver con la situación política y social que acontece en el continente después del charco, pero me ignoró, por lo que no me queda más que leer su diario, el cual decía:

“Mensajero de Dios predice la Tercera Guerra Mundial”

“Trump: ‘He hecho más que cualquier presidente en sus primeros 100 días’”

“Sabemos que EEUU se prepara para una guerra nuclear”

“‘Un babel cerca de Corea’: más de 50 submarinos de distintos países rodean la península”

 

Es lunes. Me atormenta la humanidad. ¿Soy también parte de ellos? Hasta dónde llegará esta situación, está aún bloqueado por mi entendimiento. ¿Se cumplirán los presagios? ¿Llegará a M. la ola de la guerra? ¿Cómo se escapará el hombre de este nuevo muro?

Nadie se preocupa por recoger víveres, nadie parece tomar la mínima importancia. Cientos mueren y nadie lo dice. ¿Son miles? A dónde irá la vida del mundo, a dónde nos encaminará el destino.

Quizá sea muy romántico al pensar que yo, un simple Tú, pueda tratar de dilucidar soluciones en el mundo. No puedo. Esto no es más que el egoísmo de un insecto. Ella tiene razón, no soy más que un infrahumano creado por diversión, un experimento nacido para prolongar el sufrimiento y demostrar en él (en mí, en este Tú) todos los males. No sé si esté preparado para vivir una guerra.