Nuevas fronteras, viejos pasos 

Entre los campos recientemente abiertos a la investigación literaria, el de la neurociencia y el cognitivismo constituye uno de los más fructíferos e interesantes, por sus consecuencias en la concepción del mundo y de la creatividad lingüística. En lo particular, destaca la importancia de la experiencia humana como objeto de estudio, por los problemas de método que plantea y las respuestas que encuentra. Algunos enfoques cuestionan el procesamiento de símbolos para procesar representaciones y la noción de representación como clave de las ciencias cognitivas.

La definición de experiencia comprende un aspecto reflexivo y otro que la vincula con la vida inmediata. La separación entre ambos aspectos, unida a la que hay entre ciencia y experiencia, justificó el acercamiento al método budista de examen de la experiencia conocido como “meditación con miras a la presencia plena”. El nombre alude a que la mente está presente en la experiencia corpórea cotidiana. Inició así un diálogo entre una tradición filosófica oriental y la de Heidegger y Merleau-Ponty, continuada por Foucault y Derrida, Dreyfus y Winnograd, entre otros. 

Varela et al (1997) abordan dicho diálogo en De cuerpo presente. Las ciencias cognitivas y la experiencia humana. Proponen pasar de una reflexión como actividad abstracta e incorpórea a una reflexión corpórea o alerta y abierta. Corpórea porque une cuerpo y mente; reflexión como una forma de experiencia en sí misma y no sobre la experiencia.

La meditación se ha utilizado en terapias contra el estrés y otros padecimientos. En el medio artístico, su práctica se ha hecho popular entre muchos músicos y para inducir estados creativos en la enseñanza de la pintura y otras artes.

Más recientemente, dos publicaciones muestran algunos avances de las investigaciones. El número 38 de Tropelías. Revista de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (2022, https://papiro.unizar.es/ojs/index.php/tropelias/index), editada por la Universidad de Zaragoza., presenta un dossier de estudios literarios desde la perspectiva cognitiva.

Amelia Gamoneda y Mauricio Cheguhem señalan en la introducción que, como algunas vanguardias del siglo XX, las neurociencias plantean el predominio de lo inconsciente sobre las actividades conscientes. La cuestión de los qualia reviste la mayor importancia. El término se refiere a las cualidades específicas de la experiencia subjetiva; se considera que no se pueden reducir a una expresión verbal, pero forman parte del contenido consciente de la mente. Por su parte, la mente ha adquirido una materialidad negada por el dualismo que la opone al cuerpo.

Los hallazgos presentados en una docena de artículos confirman las sospechas que teníamos sobre la naturaleza fabuladora de nuestra especie, que recurre al lenguaje para expresar su experiencia. Se abre un campo de reflexión que va de la conciencia como el conjunto de sensaciones en una vida, sin necesidad de verbalización, a la idea de conciencia en relación con la capacidad de reflexionar sobre una experiencia y expresarlo verbalmente.

Por otro lado, en 2019, Jesús Aguilar Fernández-Gallego presentó Hacia una teoría poética: categorización del proceso creativo mediante el epitopos, concepto construido por el autor y definido como el “conjunto de analogías internas y externas de las que un autor se sirve para plasmar su experiencia creadora, identificables además en otras composiciones, independientemente de su distancia cronológica”. Dedica una sección a “La actualidad neurológica en la poesía del siglo XX y XXI”, y propone diez categorías del proceso creativo, una de las cuales corresponde precisamente a “La descripción del qualia como problema que requiere solución epifánica”.

Aguilar plantea dos conceptos fundamentales en el estudio de la epifanía creativa: abducción y serendipia, definidos por Laurence Dahan-Gaida en Idea súbita, ensayos sobre epifanía creativa, de Amelia Gamoneda y Francisco González, la primera como “una forma particular de inferencia que implica la colaboración de la lógica del razonamiento con una serie de procesos psíquicos que no son plenamente conscientes, como la imaginación, las trazas mnésicas o el juicio perceptivo”. La serendipia se considera como la capacidad de enfocar la atención en una circunstancia imprevista, dándole un sentido y limitándola a ciertas series causales, que la convierten en su indicio. El sujeto serendípico se sirve de un razonamiento imaginativo y de sus conocimientos implícitos para encontrar en lo inesperado un sentido novedoso, de manera que el hallazgo no resulta casual sino como resultado de un proceso describible mediante dichos conceptos.

Además, avances tecnológicos muestran que con el paso de material consciente al inconsciente se incrementa la actividad de ondas gamma, igual que el flujo sanguíneo en el lóbulo temporal derecho, involucrado en la conexión entre ideas alejadas y en mecanismos asociativos. Las ondas gamma participan en el procesamiento complejo de la información. Así, el cerebro conecta elementos inconscientes que solucionan problemas comunes y elabora contenidos poéticos.

Al parecer nos encontramos ante nuevas fronteras para explorar la experiencia literaria como lectores y como escritores. Nuevas fronteras para renovar los viejos pasos.